Después del olvido
Ensayo para acallar lo indecible Pensar la danza, en su fisicidad elemental, el cuerpo dado en impulso, salto, giro, desplazamiento, suspensión, quiebro...; en el peso que cae y se levanta; en su relación de tensiones y fuerzas transfiguradoras, no es fácil. La tentación de justificarla o de buscarle una historia para intentar entenderla aparece enseguida. Y eso solo puede decirse después del acto, a toro pasado, cuando ya solo queda el recuerdo y su posibilidad de ordenación discursiva. Dejemos a un lado, de momento, los beneficios fisiológicos o psicológicos, individuales o sociales. Ese sería otro capítulo. La danza opera. Pero no preguntemos para qué. Si lo hacemos, el gesto ya pasó y nosotros seguimos aquí, anclados a una pregunta que no danza. La danza no exige exp...


